Cuando los hombres de vida acomodada
copaban Parlamentos y Ayuntamientos, algunos teóricos liberales de la época
argumentaban que esa independencia económica les permitía discernir mejor el
interés general que las clases populares, que se moverían por puro interés
egoísta. La historia lo desmintió, pero el hecho es que solamente los ricos
podían permitirse dedicarle tiempo a esos menesteres. Los salarios para los
representantes públicos, al igual que la universalización del voto, fueron
conquistas de derechos para que todo el espectro social estuviera representado
en igualdad.
Sin embargo, los excesos en muchas
instituciones han despertado un justo recelo y la demanda de sueldos públicos
más ajustados. Cuando se asume una dedicación plena y responsable a las tareas
municipales se asume una gran carga de trabajo y el peso de tomar decisiones trascendentales.
Y debe haber una remuneración digna por ello, pero que a su vez no marque una
distancia insalvable entre las condiciones de vida del común de la gente y de
quienes deben velar por el interés general.
Suele desconocerse que en el
Ayuntamiento de Valladolid no todo el mundo cobra un sueldo. Solo las
portavocías de grupo, las concejalías de gobierno y la alcaldía tienen asignada
dedicación exclusiva, junto con un número limitado de miembros de cada grupo,
según su peso. El resto, actualmente 14 del total de 29, reciben una
compensación menor por asistencia sin cotizar a la seguridad social, y
normalmente lo compatibilizan con sus trabajos. Hasta hace unos meses yo lo
combinaba con tres trabajos a tiempo parcial.
Pero quienes hoy sí tenemos
dedicación exclusiva recibimos sueldos muy abultados: entre 47.000 y casi
80.000 euros brutos anuales, a pesar de haberse recortado y congelado en los
últimos años. Según el INE, el 90% de los salarios españoles están por debajo
de los 42.000 euros. Por tanto, hay margen más que suficiente para moderar
considerablemente estas retribuciones manteniendo un nivel digno y acorde a las
responsabilidades asumidas. El Ayuntamiento ha abordado este debate en los
últimos meses sin lograr consenso. Valladolid Toma la Palabra planteó unareducción del 25% de todos los sueldos, lo cual habría supuesto un ahorro de
240.000 euros anuales, pero manteniéndose flexible: mejor conseguir algún
avance, aunque fuera menor, que ninguno por mantener una posición de máximos.
El resultado ha sido, quizás, el peor posible: una rebaja poco sustancial, que
apenas ahorra 6.000 euros anuales al erario público, y que además solo toca al
alcalde. Una decisión tan insuficiente como desigual.
Por
convicción, hay quienes renunciamos a buena parte de ese desmesurado sueldo;
pero no debería quedar en manos de la ética de cada cual, sino ser una decisión
pública. Lo que importa es cómo se gobierna, desde luego, pero igual que era
lógico recelar de que aquellos aristócratas del siglo XIX realmente velaran por
el bien común, es comprensible que hoy se desconfíe de que pueda mirar por la
mayoría quien cobra salarios que casi nadie sueña. Sentimos no haberlo conseguido por el momento
No hay comentarios:
Publicar un comentario