La transparencia en las administraciones públicas es la base para que el resto funcione. Vivimos un momento en el se recortan sus inversiones y el gasto social,
justificando la necesidad de austeridad en la crisis económica. Por ello,
precisamente, la ciudadanía mira con lupa en qué se utiliza el dinero público,
pues quiere asegurarse de que estos cada vez más escasos recursos, con los que
cuentan los presupuestos, sean gestionados de forma racional, primando las
necesidades más acuciantes en cada momento, entendiendo por estas, aquellas
cuya rentabilidad social sea más beneficiosa para el conjunto de la ciudadanía. Por ello debemos insistir en las calles, en los parlamentos y también en los ayuntamientos.
En
primer lugar, hay que trabajar por ayuntamientos con paredes de
cristal. Hay medidas muy sencillas para que la ciudadanía podamos
ejercer la tarea más básica de participación política: la mera
observación, conocer cómo y en qué se gasta el dinero público,
qué motiva la contratación de una obra a tal o cual empresa, o
cuál es el salario de sus representantes. Nadie debe
encontrar una sola ventana tapiada, porque lo que se trata dentro de las instituciones son los asuntos de todos y todas y se tiene derecho a
conocerlos con el mayor detalle posible.
En
segundo lugar, hay que trabajar por Ayuntamientos con paredes
permeables. La ciudadanía no debe limitarse a vigilar y controlar,
ni siquiera a proponer y opinar. Debe decidir sobre
cuestiones de especial importancia, no limitarse a ver si una foto
fija lo hace bien o mal durante cuatro años o si se digna a recoger
alguna idea brillante. El mandato es popular y cuanto
menos quede a la imaginación de los que somos representantes públicos la interpretación del
interés general, mejor desempeñaremos esa tarea.
Y,
por último, las instituciones deben tener unas dependencias con
vistas a los últimos ciudadanos y ciudadanas. Garantizar que los derechos de cada una de las personas no queden en papel mojado, para que esos
derechos sean efectivos. Algunas personas necesitan especialmente a
la ciudad y el momento que vivimos es particularmente duro a este
respecto: desde la may ayuntamientos se mira para otro lado cuando se habla de garantizar el derecho a la vivienda, a un
empleo digno o a unos mínimos de subsistencia... Esta es la tarea primordial.
-->Si
hay hoy una brecha tan importante con la ciudadanía no es por
cuestiones formales, lo que cuesta entender es que en los momentos en
los que más se necesita la política las instituciones estén, en el
mejor de los casos, haciendo como si aquí no pasara nada. No da la
sensación de que vivamos un momento especialmente dramático, ni de
que nadie se plantee si algo de lo hecho en el pasado ha podido tener
que ver con la situación actual.
Por eso seguimos insistiendo, para avanzar hacia esas instituciones de paredes transparentes, de paredes permeables y con
vistas a la última ciudadana. Si nos acercamos a ese objetivo, las instituciones seguirán siendo imperfectas, pero sin duda serán
más democráticas.
A mí lo que me provoca un estado de hilaridad es el eufemismo de la "Concejalía de Atención y Participación Ciudadana" viendo la situación actual. Habrá que seguir peleando
ResponderEliminarSalu2