
Apenas
dos años y medio antes, en esa misma mesa, la fuerza más votada
había sido, precisamente, el Partido Popular, seguida muy de cerca
por el PSOE. Sus montones eran el triple de altos que los de
Izquierda Unida o UPyD, a pesar de que los resultados de estas
formaciones eran bastante buenos. El domingo, todas esas formaciones
le habían adelantado, e incluso una totalmente nueva como Podemos
también. Obviamente no es algo que haya sucedido, con tales
dimensiones, en todo el barrio ni en toda la ciudad. Pero la
tendencia, con mayor o menor intensidad, ha sido un descenso
vertiginoso de los dos grandes partidos en favor de otras formaciones
políticas, todo ello en medio de una altísima abstención. Un
verdadero terremoto electoral que tiene como trasfondo un intenso
cambio social.